Hogar    La tristeza de una madrastra que mima a su hijo

Kenta siempre fue acosado en la escuela y cada vez regresaba a casa con el rostro deprimido. Y para consolarlo, su madrastra siempre lo abrazaba. No importa cuántas cosas tristes pasen, cada vez que Kenta la abrace, ella lo olvidará todo. Pero parecía pensar que eran los pechos de su madre los que estaban curando sus heridas, no su corazón. Quería presionar su cara contra esos pechos gigantes, querer que le masajearan, chuparan y lamieran libremente. Quería explorar el cuerpo de su madre y liberar toda la "tristeza" que había acumulado durante tanto tiempo. Su madrastra también lo quería mucho, así que obedeció. Y a partir de entonces, cada vez que se sentía triste, su madrastra utilizaba el sexo para ayudarle a ser más feliz...